¿Y si me sorprendes destruyendo un nido?
¿Y si te sorprendo mirando un arado errante?
¿Y si tus pies acarician una tibieza lejana?
¿Y si mis pies aceleran un paso ignorado?
¿Cuándo dejaré de desear,
Lo mal dicho, la pendiente, lo saldado;
Lo infinitamente mas delgado;
Lo profundamente escondido;
Lo salvajemente confiscado;
Lo rotundamente removido?
¿Con cuanto estupor,
A la hora del encuentro mis vísceras promulgaran su libertad?
¿Con cuánto brío
Nacerá la alondra en mi garganta?
Atrofiada, necia, vulgar y descarada;
Falta de todo vicio,
Carente de todo afán,
Pero con la fuerza del eterno olvido.
Sin duda no he dejado de nacer.
-
Conviene desperezarse de lo convencional.
Conviene alejarse de lo divino.
Apremia regresarse a la desmotivación salvaje,
A la ineficiencia programada.
Hace falta ser más inepto, menos capaz, mas descartable.
Mediocre, prescindible, ineficiente.
Es necesario incluso dar asco,
Ser reprochable,
Volverse candidato al desprecio.